jueves, 3 de octubre de 2013

 Villalibado.


 http://arqytrad.blogspot.com.es/2013/09/villalibado-resucita-con-las-de.html

      Publicado por Elías Rubio Marcos el lunes 2 de setiembre de 2013.


     De nuevo he visitado Villalibado. Hay algo en este pueblo del silencio que me atrae, por eso lo visito una y otra vez. Creo que es su paisaje castellano de todas las gamas, su mar verde veteado de sombras románico-góticas, sus rastrojos dorados en los atardeceres de fin del mundo, allá por la majestuosa y vigilante Peña Amaya.

     En esta última visita, ya en los estertores de agosto, he visto que la vieja nogala, de la que ya os hablé en otra ocasión, queridos amigos de este Cajón de Sastre, ha muerto, ya lo esperábamos. Su esqueleto a contraluz, con sus fantasmagóricos y secos ramajes abrazando el cielo, bien merece un homenaje, y sé que los hermanos Ansótegui, que han llenado de vida este lugar, reconstruyendo ruinas y creando un conjunto de edificaciones ejemplares, se lo darán, lo sé. Su sensibilidad creativa les ha llevado al respeto arquitectónico para compaginar lo que hubo ayer y el bienestar que se requiere hoy.



      Es un conjunto de casas para el descanso rural, un lugar con especial encanto, vacacional, y que desde el principio de este verano se halla ya en pleno funcionamiento, con gente llegada de cerca y de lejos, gente respetuosa de todas partes y que nunca antes había leído ni escuchado el nombre de Villalibado, pero que hoy lo tienen ya anclado en su memoria tras su aterrizaje en este hospedaje de tranquilidad y concentración. 




      Las de Villadiego, lo han llamado, y bien que la definición hubiera mejorado con “Villalibado”, a secas, pues aquí se liba el placer de vacaciones con mayúscula, del paseo por caminos entre pueblos y lomas de torreones y leyenda, a pie o en bicicleta. Gracias amigo Juan, por haber recuperado este pueblo del silencio en ruinas. Como un cantero medieval de la Trasmiera te encontré un día, hace tres años, modelando piedra a piedra, con tus manos de artista escultor y tu gran sensibilidad diseñadora, arriesgando capital y futuro en una fabulosa aventura; desde entonces te admiro. Han sido años de picapedrero y constructor, y de buen gusto, alianza que pocas veces se encuentra. Gracias, Juan Ansótegui, gracias también a tus hermanos por haber resucitado a Villalibado.